Detrás de cada cortina, detrás de cada sábana, ahí está.
Un suspiro que conmueve mi alma, y atrapa el aire, para dármelo sólo a mí.
Un hálito de dulzura y cimiento que envuelven mi tez.
Un desaliento que desfallece mi censura.
Un aire que desarma mis juicios y desenfrena mi moral...
Harto estoy de creer en lo venal, pues es cero decrépito.
Vivo alto, y vivo entero,
no concuerda en mí, otra causa que mi ser.
Y con mi alma estreno, mi voz y mi cuerpo, lejos ya, del dictamen.
Ya sin contrariar, doy paso a las vicisitudes, que me aproximarán sin porfiar.
Después del tiro, vendrá el hecho.
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