sábado, 21 de mayo de 2011

Esperanza

Aquellos que el pasado quieran desmembrar, una urna tornarán, pues no se entierra a la Tierra, pero si se la recoge con baldes, como las tumbas guardan los muertos, tu guardas tu pasado, en un lado de tu corazón sanado ya, muerto en vida, para no volver a caminar;
pues por ese sendero, el camino pesaba; piedras y trabas alcanzaste lástimando así tu alma;
pero cobro por necesidad produjo ascensión.
Elevándote en espíritu alcanzaste la gracia, estado que no todos poseen.
Los muertos no caminan, más no lo hará más tu pasado encerrado en urna ya, yo Isis así lo pacté.
Tú lado y mi mundo unidos están, escucha.
En el reino acabalado deseosos están de poder continuar, almas que comprendan el pasado y el caminar, válidos serán para cruzar, así como lo hacía el barquero tú conduces por mar.


Estimado seas, orífice de mi reino.

domingo, 15 de mayo de 2011

Siempre quise entrever a mi corazón torturado, pero no encontré regocijo alguno, al ser esclavo. Palabras y llantos forjaron mi manto, unas veces para ponerlo y otras para quitarlo. Cuando releía los capítulos pasados, veía en ellos una falta de tacto. Falta de pluma escriba, falta de tanto...
 Ahora nuevamente dirijo, camino y mando, vuelta a mi instrucción, vuelta a mis 18 años. El niño que creía en saber de lo que se iba andando, supo pues, que el camino se va forjando, paso a paso, a veces con saltos, pero nunca antes de hora, sal, tono y canto.
Si fuere yo, sabedor de mi antaño, dijere yo que aprendí:
que el taño es más grueso que el tronco, que las hojas maduran al año, que el árbol siempre saca retoños, que yo: abajo, arriba, colorido, negado, ilustre, mendigo, sicario, regidor, manso y colgado, supe pues, que la tijera corta el lazo, la tierra tapa a los años, que el perdón cura espinas y borra y olvida el revés y daño.

viernes, 6 de mayo de 2011

Antagonía de una vida.

Si el ver, se tornase acierto, no existiría, yo, dentro del miedo.
Ando, camino sin ojos, pues prefiero no mirar.
 A alturas del cielo, bajo despeño, tímidamente acecho, pero no quiero.
El fugaz sentido, me dijo que no, pero lo había dicho tantas veces...
que más supuse traición,
abadía de la vida, soltando rebeldía y lujuría, rendidas ya, a los pies del amor.
El beso de cuerpo y cuerpo, minó, y mi ansia floreció, ansia no de angustia, sino de deseo.
Porque deseo que tu velo y mi velo, se unan, para formar olvido.
Olvido de mí y de tí, pues quién somos, es era y no antaño.