sábado, 30 de julio de 2011

Codicia

Si entre tanto nos vestimos, de vez en cuando asaltamos, volvemos cara de revés y corazón andante. El enigma ya resuelto fue el que muchos años entreveías, duro no por gentileza, sino por dilemas de corazón. Ver amor, no es pedirlo, es darlo. El que ama da, del río suenan las aguas, aguas que vistes cada noche, pues de su corazón procedían. No sólo ama aquel que entendéis como dilecto, sino cualquiera que vea con los ojos del corazón.
De entre tanto, dar no era suplicio, pues el amor nace de uno y brota, como las hojas de los árboles, creciendo y embelleciendo todo lo que rodea, abstinando las hojas marchitaron y dejaron de vivar alegría, pues necesitaba. Fue entonces cuando el amor se tornó codicia.
De las formas que entendéis, codicia nunca ha sido una revelada, no trabéis.
Durante siglos acabásteis con el amor, ansiando.
De lo que se promueve, se consigue, de lo que solo se mueve, simplemente queda el gesto. Por ello, alabad, conseguir atravesar las barreras del impulso y amad.
De entre tanto, queda un recuerdo, recuerdo que no nace, sino conmemora, atrapa y ve lo que se ocultó tras los miedos, miedos que obstinaron el camino, miedo a ti mismo.