viernes, 29 de octubre de 2010

Aflorando

¿Alguna vez os habéis preguntado en que momento entra el alma en el cuerpo?
Si, no hablo de historias chinas, todos damos por hecho que tenemos alma, que el alma existe, ya lo decían los filósofos. Sí, estamos convencidos, aunque no creamos en nada que no percibamos con los sentidos.
Pues bien, es evidente que todos sabemos cuando parte, cuando se desprende del cuerpo, cuando se va, no hace falta que lo explique.
Pero ,¿por qué nunca nos preguntamos cúando viene, cúando se aloja, cúando se inicia, de dónde viene, de dónde nace, por qué, cómo y cúando?
Voy a intentar explicároslo con un pequeño cuento circunscrito, que me contó un amigo:
Una vez nació una almendra en el campo, ésta se paseaba por los alrededores muy entusiasmada, sólo sentía el aire del embrollo, el calor del luminoso y el fresco del arranque.
La almendra al darse cuenta  que allí se encontraba, que era algo, que existía que era algo distinto a todo lo que percibía decidió reanimarse.
Su principio era símil al de las otras criaturas que allí se encontraban pero algo la distinguía del resto.
Su ser se había previsto de su forma, por primera vez; pero más aún, había descubierto algo importante, que su pensamiento era algo, y que éste facto le haría descubrir mucho más.
Poco a poco, la almendra fue creciendo y dando longevidad a sus axiomas.
Unas veces, conseguía desmenuzar el horizonte y otras acaecía sobre el ocaso.
Sin mucho esperar, un día decidió buscar en el árbol que la había alojado durante su madurez.
Allí, adentrándose por sus raíces, por su tronco y por sus ramas logró ver algo.
Que éste tenía una materia que se sustentaba de otras.
Dio cabida a que el principio que la animaba era el mismo que animaba a su procreador.
Lo que en un primer momento había percibido por sus sentidos, lo que en un primer momento experimentó sin pensar, lo que en su ser se adentró sin preguntar, todo eso: el aire del embrollo, el calor del luminoso y el fresco del arranque.








Volviendo al tema, explicaremos lo que quería decir el cuento. Uno, cuando viene a este mundo necesita sustentarse de cosas tan simples como el aire para su existencia. Lo sabemos pues cuando uno viene de allá a acá lo que necesita para alojarse es eso mismo aire. Lo explicaré de forma mas clara, un engendro se forma pero no da realeza, hasta entrar en contacto con dicho elemento. Ahí es cuando reafirma su existencia, cuando se anima cuando existe.
El aire le llevará al embrollo, a la mentira, a la vida, a las apariencias, al enredo, al conjunto de circunstancias que le harán madurar.
El calor le dara vitalidad, le dara fé, le dará acogida, le dará felicidad, vitalidad, alegría, le hará sentir fuerzas para continuar, le dará luz.
El fresco le dará sereno, le dará cordura, le dará pensar, le dará una postura reafirmable e inamovible por las contradicciones que le prestará el aire. Le dará un arranque que le hará capaz de pensar, de crear, de hacer, de salir fuera del conjunto y de dar consciencia de todo.
Esos mismos principios que averiguó la almendra, esos mismos que todos vemos por esencia, esos que parecen ser el sustento de todo, son los que nos dan la vida. 






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