El infante

Capítulo 1: El pequeño Rostri.

 Vivía en Catalem, ciudad al norte del valle Huestem. Dávide Hostim, así se llamaba él, un niño criado en el seno de una familia humilde de madre costurera y padre tornillero.

   Cada día, a menos cuarto, salía a buscar pan a la plaza mayor, como su padre le había enseñado. No era tarea fácil, pues tratábase de una compleja labor; el pequeño debía aguardar el momento preciso para retirar el pan, sin que Saturna, la panadera, cayera en cuenta de su precaria hazaña...

Regresando a su hogar, el chico creyó oír algo que parecía pronunciar su nombre. Tal fue su impresión  que se detuvo al andar.

- Dávide! Dávide!  murmuró algo al fondo de la calleja.
- ¿Sí? ¿Quién me llama?
-Soy yo Rostri, dueño y sabedor de los bajos fondos.

El chico se declinó y allí estaba él, un pequeño roedor que parecía conocer el lenguaje humano.

El ratón continuó hablando...

-He visto tu acción hace un instante y he comprendido todo.
-¿Qué has comprendido?
-Pues todo, los vaticinios tan murmurados desde hace años, eso de lo que las hadas hablan, eso que los árboles conocen, tu verdad.
-¿Mi verdad?
-Sí, he visto miedo en tu mirada, pero gran astucia en tu acción, se que eres el del que tanto hablan, eres tú, Dávide, el que debe tocar el soneto.
Seré yo el guía en tu aventura, no temas pues, te sumergirás tras los pasos y las conjeturas de las notas y allí resonará tu canción, sólo así podrás llegar a Calandria, ciudad mágica, reina y portadora de ostentosos bosques.

Toma coge la matriz en tus manos y tornará cual mariposa torna de una oruga, y brillará, brillará y será ésta la llave que da paso al mundo silvano.
No olvides algo muy importante, lleva siempre contigo el remiendo de tu padre, ésto te mantendrá conectado a la tierra, y si temes, sólo has de tocarlo tres veces y estarás de vuelta.
Ahora estás listo, usa la matriz y ve.

-¿Y qué pasará con mis padres? ¿No se enfadarán?
-No te preocupes, el tiempo pasa de forma cícera en Calandria, estarás largo tiempo en sus tierras y tus padres no se habrán percatado de tu salida.
-!Está bien!  !Allá vamos!
El chico se armó de valor y uso la matriz, está torno como por arte de magia en batuta, hizo un gesto de dirección y desapareció...